Ambos fueron condenados por el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por resultar la muerte de la persona ofendida. También por el suministro de estupefacientes en el marco de un contexto de violencia de género en concurso ideal con femicidio.

Los dos jueces coincidieron en qué fue dolo eventual que significa "que el sujeto activo se presentó la posibilidad de producir el resultado típico (muerte), y pese a ello no renunció al plan por resultarle indiferente el mismo". Esto lleva indefectiblemente a la figura de femicidio y a la condena de prisión perpetua, en este caso, para Farías.

Un juicio que nos deja con interrogantes, luego de la lucha con infinidad de marchas y transcurrido el segundo juicio. Tanto en nuestras casas como en el trabajo, en los Tribunales o desde los medios de comunicación, nos quedamos preguntando ¿se hizo justicia?

Sin dudar decimos que no.

La condena es una acción reparadora e importantísima para esa familia que necesitaba se la escuchara y sostuviera en su grito desesperado de ¡Fue femicidio!

Esto no significa que no sea un paso adelante más del movimiento de Mujeres y Disidencias en la pelea por una sociedad antipatriarcal y libre de violencias machistas.

Será JUSTICIA cuando el registro de femicidios y travesticidios en democracia, que actualmente es de 3.218, llegue a cero.

Faltan muchas discusiones por dar, muchas más propuestas, reflexiones y acuerdos, mucho más presupuesto para llevar adelante políticas para la erradicación de la violencia de género.

Mientras tanto seguirá resonando en cada marcha que hagamos esa canción que hace años que cantamos y dice:

“Señor, señora, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente”

¡Luciana Pérez, presente, ahora y siempre!