VISIBILIZAMOS LA ESCUELA NOCTURNA.
Somos docentes de Escuelas de Educación de Jóvenes y Adultxs. Lo decimos con el alma en la mano, con el salón lleno de singularidades, lleno de sueños y de proyectos de vida que intentamos acompañar. Es que allí dentro, hoy tenemos jóvenes y adultos que están cursando su primaria porque en algún momento de su niñez, uno de sus derechos fue vulnerado: el derecho a la educación, no pudieron culminar su Escuela Primaria. Algunxs no saben leer, escribir ni contar. El Estado les falló, y hoy les vuelve a fallar.
Por decisiones arbitrarias y fuera de toda normativa vigente, el Ministerio de Educación está cesando cargos que deberían ofrecerse, dejando de esta manera sin clases a varios de nuestros jóvenes y adultxs. En otros casos están juntando más de 20 estudiantes en un multigrado desconociendo la característica y necesidad de la modalidad.
No son números, no son números, no vamos a permitir que los traten y nos traten como números.
Sólo quienes trabajamos con ellxs sabemos las características de la modalidad, sabemos la necesidad, la demanda, la singularidad de cada situación.
No podemos seguir permitiendo que vayan contra sus derechos que ya fueron quebrantados en su niñez, no podemos permitir que vayan contra nuestros derechos como trabajadores y trabajadoras.
Una vez me dijeron que había palabras que pesaban más que otras, yo creo que hay palabras que forman frases y cuentan historias que son tan pesadas, que sólo si se comparten pueden pesar un poquito menos…
Acá estamos, mírennos:
Soy Antonia, tengo 87 años y lloré Junto mi seño cuando escribí por primera vez "Gregorio", el nombre de mi marido.
Soy Ramón, tengo 78 años, voy a la escuela con mi hijo discapacitado de 45 años y llevo los impuestos a la escuela para que la seño me enseñe a sumar y poder pagarlos sin que me cobren de más.
Soy Diego, tengo 14 años y estoy tratando de ponerme las pilas porque no me gusta ver llorar a mi mamá
Soy Juan, tengo 20 años y tuve una hija, quiero estudiar para darle una vida mejor que la que tuve yo.
Soy Gabriel, tengo 24 años, hoy le conté a la seño que pude leer un cartel.
Soy Yani, tengo 27, voy a la escuela a aprender a leer y escribir pero todavía no puedo.
Soy Alma, tengo 8 meses, la seño me tiene upa para que mi mamá de 15 años pueda estudiar.
Soy la mamá de Mati, él siempre fue a una escuela especial, ahora quiere aprender a leer.
Soy Marta, trabajo como empleada doméstica, mi patrona me convenció para que termine la escuela.
Soy Javier, tengo 40 años y un trabajo en blanco, pero no tengo la primaria completa, quiero superarme para avanzar en mi trabajo.
Soy Martina, tengo 17 años, vengo a la escuela con mi prima Yesi de 14 años, ella no tiene papá ni mamá, vive con una tía que no la quiere, acá en la escuela es el único lugar en que la veo reírse.
Soy Juana, tengo 55 años, siempre me hicieron sentir que no servía para nada, en la escuela aprendí a leer y a escribir y también aprendí que soy importante para mis compañeros y mi seño.
Soy Lara, tengo 18 años, hace poco salí de un hogar de tránsito, quiero ser enfermera, por eso quiero terminar la escuela.
Soy Sandra, tengo 17 años, siento que la escuela es mi mejor lugar.
Soy Bruno, tengo 15 años, no me gusta la escuela, pero la seño me va a buscar para que termine.
Soy Jesús, tengo 16 años y estoy judicializado, me mandan a que termine la escuela.
Soy Graciela, tengo 45 años, de chiquita tuve que trabajar en el campo y por eso no pude ir a la escuela.
Visibilicemos a la Escuela Primaria Común Nocturna.
No al cierre de cargos
No a las reformas inconsultas en la modalidad EDJA
Basta de ajuste en Educación de Adultos