La impunidad se viste de marrón
La decisión de la jueza federal María Gabriela Marrón de rechazar las medidas de prueba pedidas por las querellas y los fiscales abre el camino de la impunidad en la causa por la desaparición forzada seguida de muerte de Facundo Astudillo Castro.
Solo así puede entenderse su apresuramiento para no dar curso al secuestro de los teléfonos celulares de los oficiales de policía superiores de los y las agentes directamente vinculados a los hechos o la negativa a allanar destacamentos policiales donde se encontraron objetos pertenecientes a Facundo.
Cómo comprender, sino que la jueza llegue a cuestionar la palabra de Cristina Castro y que no por casualidad también se pronuncie extensamente para desacreditar al perito de parte, el adiestrador de canes Marcos Herrero.
Para cerrar la causa se necesita desacreditar la prueba del amuleto en la comisaría de Origone y la piedra turmalina encontradas por su perro Yatel.
Las palabras no alcanzan para expresar la indignación que estos hechos nos producen. Si bien no hay motivo de asombro por la conducta precedente de la jueza junto al fiscal Ulpiano Martínez, sí pone de manifiesto con meridiana claridad un derrotero diametralmente opuesto a la búsqueda de justicia.
En estas circunstancias hay un solo factor al cual ni jueces, ni policías, ni Berni ni Bevilacqua pueden derribar. El de la conciencia activa para no permitir que se cometa un nuevo atropello contra los y las de abajo, para que el entramado del encubrimiento se desplome y se abra el camino para un claro día de justicia.
Esa conciencia la encarnan hoy Cristina Castro y sus abogados, la encarnan las profes y les pibes del Semillero Cultural y también la tiene el pueblo de Luro que sabe quiénes miran a los ojos y quienes agachan la mirada.
Pero hoy con esto que no es poco, no alcanza. Pensamos que toda persona honesta, que cada organización social, política, sindical o estudiantil que sea sensible ante las injusticias y ante el dolor, tiene que encontrar la forma de no encerrar la indignación que nos conmueve. En las paredes y en las redes, en los medios y en la calle, decir una y mil veces que hoy la búsqueda de verdad y la justicia chocan con esta decisión judicial. Repudiar la conducta de la jueza y decir muy fuerte Cristina Castro no estás sola, vamos con vos porque la memoria de Facundo lo merece.
De un lado está la jueza Marrón, la hija del almirante que fue jefe de prensa de la Armada en la dictadura y el jefe de esa fuerza con Menem. El hombre que en 1997 contrató al genocida Alfredo Astiz para tareas de inteligencia en el exterior. Está esa misma jueza que en el 2015 en uno de sus primeras acciones como tal, rechazó el pedido de detención e indagatoria de Francisco Bentivegna, ex titular del Juzgado Penal 2, considerado coautor en la dictadura de 22 delitos por haber cerrado causas sin investigar o rechazar habeas corpus según se desprendió del juicio por delitos de lesa humanidad en la causa Armada. Entre estos crímenes figuran los asesinatos de los obreros gráficos de La Nueva Provincia Enrique Heinrich y Miguel Loyola.
Del otro lado está toda la dignidad de las mujeres de nuestro pueblo que hoy se llaman Cristina Castro o Nora Cortiñas o Estela Carlotto a quien Facundo admiraba. Y la de todos y todas quienes sentimos que ponernos del lado de la verdad y la justicia nos hace más plenos como seres a quienes tanta arbitrariedad organizada desde el poder no nos ha hecho perder ese sentido de humanidad que refiere a la calidad, a todo lo bueno y solidario que como humanos podemos tener.
CTA BAHÍA BLANCA