Desde Amsafe Rosario, entendimos que la lucha de “Justicia para Mariano” condensaba todos estos elementos políticos y la reacción fue inmediata. Al día siguiente de su asesinato, nuestro gremio paró y movilizó junto a otros sindicatos y trabajadores en lo que sería el principio de una enorme lucha popular. Organismos de derechos humanos, la presencia infaltable de nuestra gran Herminia Severini que acompañaba cada una de nuestras luchas, y todo el activismo obrero de la cuidad se hizo presente. Ese mismo activismo que dos años antes había enfrentado otro hecho de atropello de la burocracia sindical que conmovió a la clase obrera de la región: el intento de la burocracia de Héctor Ponce de Atilra, el gremio lechero, por tomar por la fuerza la seccional rosarina, opositora a su conducción.
Desde ese paro y esa movilización del 21 de octubre, nuestra seccional tuvo una intervención incansable y constante: los afiches que llegaban a las salas de maestrxs y profesores, las incontables charlas en nuestra sede, los debates en las asambleas y la presencia de delagadxs en las audiencias del juicio en Comodoro Py, fueron algunas de las muchas iniciativas que sostuvimos al calor de esta lucha popular.
Como resultado de una lucha democrática colosal, miles de tercerizados pasaron a planta en los ferrocarriles y José Pedraza murió cumpliendo la condena, si bien domiciliaria, en la última etapa.
En nuestro gremio, este hecho nos remite necesariamente a una deuda pendiente de Ctera: la lucha decidida por el juicio y castigo a los responsables políticos del asesinato de nuestro compañero Carlos Fuentealba.
Esto cobra valor en una Argentina donde los responsables políticos del asesinato de Maxi Kosteki y Darío Santillán no han sido juzgados e incluso integran el gobierno (como el caso de Felipe Solá) o donde, más recientemente, ni Bullrich ni la Gendarmería fueron juzgados por su responsabilidad en el asesinato de Santiago Maldonado.
Fue el movimiento popular el que logró arrancar el juicio y las condenas, adoptando un método político que así lo permitió: el señalar de entrada a los responsables políticos, incluido el gobierno nacional de CFK en el que no se depositó ninguna expectativa como señal de confianza para que actué, sino al que se le reclamó que investigara sus propias filas para llegar a todos los responsables.
En estos diez años, la vigencia de la lucha que planteó el asesinato de Mariano Ferreyra no ha dejado de crecer.
En estos años, la tercerización, la liquidación de los convenios y las reformas laborales se han transformado en un objetivo central de la burguesía y en una cuestión de Estado. La novedad de los últimos años, las “economías de plataforma” que promueven la flexibilidad de las condiciones de trabajo y lleva a un extremo la tercerización eliminando la relación de dependencia de sus trabajadores a quienes caratula como “colaboradores”, es un ejemplo de ello.
Lo mismo vale para la lucha contra la burocracia sindical. Esta jugó un rol central para contener la lucha en las calles contra el ajuste de Macri a costa de los trabajadores y ahora para viabilizar una destrucción histórica de derechos de los trabajadores en el marco de la pandemia, por parte del gobierno fondomonetarista del “Frente de Todos”.
La ofensiva antiobrera en el marco de la pandemia plantea, más que nunca, la necesidad de recuperar los sindicatos y centrales sindicales como herramientas de lucha de los trabajadores.
A diez años de su asesinato, honramos la memoria de Mariano reivindicando su militancia socialista contra el régimen que terminó con su vida de joven revolucionario, por la transformación de esta sociedad sobre nuevas bases sociales y decimos…