Transcribimos la carta de Fernando Gallardo, Profesor de la Escuela Dr. Victor B. Cue 251.
El sábado 13 de junio a las 00:57 salgo de mi casa en el barrio 7 de Septiembre para acercar mi auto al frente. Apenas salir me encierra una camioneta de la policía con las luces apagadas y dos agentes con tono agresivo me indican que ponga las manos sobre el capo de móvil para revisarme. Explico que solo bajaba a correr el auto y en respuesta uno de ellos me golpea la espalda entre insultos y amenazas. Comienza a revisarme en medio de un sin fìn de situaciones humillantes. Uno de ellos me saca las llaves del auto y las de mi casa. Las tiran al piso y me obliga a levantarlas. Me pide mi DNI, el cual no tenía ya que había bajado por minutos. Me gritan "Como sé quién sos vos, acá en el 7 de Septiembre son todos narcos y cacos"; amenaza con engrillarme y me dice: “Te haces el canchero, negro, yo te voy a corregir adentro”. Finalmente se fueron advirtiéndome que “por esta vez pasaba”.
Mi delito es, evidentemente, tener la piel oscura, vestirme deportivamente (soy Profe de Educación Física), vivir en el barrio y salir de noche.
A raíz de toda esta situación y el mal momento pasado no pude recordar la patente del patrullero.
Subiendo las escaleras no pude evitar pensar en mis sobrinos y alumnos de la escuela de Empalme, todos adolescentes que viven estas situaciones a diario con la policía. En los barrios se siguen afianzando los estereotipos y que se reproducen y recrudece con cada nueva camada de policía que salen de la academia directo a recorrer los barrios. Más que nunca es momento de trabajar con ellos sobre sus derechos. Como docentes debemos entender a la escuela como un espacio de encuentro privilegiado para esa tarea.