Fue en abril, un día 4 de 2007. Organizados por su sindicato, ATEN, lxs docentes de Neuquén llevaban adelante un duro plan de lucha. En Asamblea habían resuelto llevar la protesta a Arroyito, unos quilómetros al sur de la ciudad capital. La definición fue cortar la ruta.
Movilizados en autos, en traffic, en colectivos, lxs docentes fueron llegando al lugar, pero se encontraron con un inusitado despliegue policial. Cientos de policías fuertemente armados, decenas de móviles, carros de asalto.
A media mañana las fuerzas represivas empezaron a avanzar y dieron la orden de despejar la ruta. El gremio dispuso acabar con el corte, los docentes se corrieron a la banquina y caminaban hacia una estación de servicio cercana. Igualmente la policía siguió avanzando con actitud provocadora. Carlos se ubicó en la parte final de la columna docente acompañando a lxs más rezagados. Alcanzó a subirse a un viejo Fiat 147 cuando un policía disparó su arma, el proyectil atravesó el vidrio trasero del auto y se incrustó en su nuca. Desesperados sus compañerxs lo sacaron del vehículo. El charco de sangre que cubrió el pavimento anunciaba lo peor.
El brutal asesinato de Carlos Fuentealba conmocionó a lxs docentes y a la sociedad toda. En Neuquén y todo el país miles y miles nos movilizamos reclamando castigo a los responsables. Hubo multitudinarias marchas, paros masivos, inmensas concentraciones y actos, intervenciones artísticas de todo tipo, etc., etc.
Como siempre la justicia llegó tarde y mal. El responsable material del crimen, el cabo Poblete, fue condenado en lo que se conoció como la Causa Fuentealba 1. Pero todos los responsables políticos, empezando por el gobernador y el jefe de la policía Neuquina, siguen impunes. Más aún, ni siquiera fueron citados a declarar y la Causa Fuenealba 2 fue cerrada porque se cumplieron todos los plazos y el juez no hizo nada para que avanzara.
Cuando fue asesinado Carlos era delegado de una escuela técnica de un barrio de las afueras de Neuquén. Varios años antes había trabajado en el gremio de la construcción y con mucho esfuerzo estudió para ser docente.
Sus compañerxs destacan su compromiso con la tarea gremial y también con el trabajo docente.
En poco tiempo había construido un fuerte vínculo con sus alumnxs que el año anterior lo habían elegido como “Docente del año”.
Queremos pensar que se lucha y su muerte no fueron en vano.
Por eso alzamos su bandera en la lucha por el salario y las condiciones de trabajo de todxs lxs docentes.
Por eso seguimos reclamando Justicia Completa, ¡Cárcel para Jorge Sobisch y todos los responsables políticos de su muerte!
Por eso decimos que nuestro mejor homenaje es seguir su lucha.
Por eso seguimos gritando: ¡Carlos Fuentealba! ¡Presente!