Por la jornada de 8 horas de trabajo y el derecho a la organización sindical, fueron sentenciados a muerte Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies. El quinto condenado Louis Linng, decidió matarse en su celda. Ellos dieron comienzo a la larga historia de lucha que aún hoy continuamos como herederos y partícipes de la clase.
El signo predominante de las últimas décadas ha sido el aumento de la precarización o precariedad laboral, se refiere a la inseguridad, incertidumbre y falta de garantías de condiciones socioeconómicas mínimas y suficientes para la vida digna de los trabajadores, lo que repercute en su vida familiar y social.
Una constante es la corrida permanente del salario frente a la inflación, la inestabilidad laboral y el retroceso en muchas de nuestras conquistas laborales. En los sectores obreros se expresa en mayor producción con menos brazos, polivalencia o simultaneidad de tareas, el cobro inadecuado por las indemnizaciones, los premios ante la ausencia de accidentes de trabajo y la tercerización de grandes sectores de la producción.
Al decir de Galeano: “El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden: a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha (…) los pobres del mundo siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionan brazos baratos y productos baratos aunque ahora produzcan muñecos, zapatos o instrumentos de alta tecnología además de producir como antes, caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial”.
En la misma sintonía, nuestro sector también ha sido flexibilizado con el aumento de los contratos en negro, incrementando nuestras tareas por el mismo salario, mayor carga horaria para alcanzar un mejor salario, el no reconocimiento de enfermedades profesionales, la injusta aplicación del Impuesto a las Ganancias y el empeoramiento general de las condiciones de trabajo.
No hay ingenuidad ni descuido en cada una de las medidas tomadas por el gobierno nacional y provincial. Es sólo la consecuencia de ajustar la política económica y social a la crisis desatada mundialmente. Crisis que afecta en particular a los países oprimidos como el nuestro aunque en los últimos tiempos los europeos también debieron sufrirla descarnadamente. Crisis que no produjo la clase trabajadora pero que los gobiernos descargan día a día sobre ella.
A esto, los trabajadores respondemos con organización y más lucha. De ahí el éxito del acatamiento al último paro nacional del 31 de marzo, realizado en unidad con el conjunto de la clase trabajadora.
Somos trabajadores de la cultura. Intentamos formar en la ética de la clase. Aspiramos a que el conocimiento sea realmente uno de los instrumentos valiosos para nuestros jóvenes. Sin embargo esta tarea trascendente para nosotros, hace tiempo que ha sido devaluada por los sucesivos gobiernos.
A ellos les decimos; no bajaremos los brazos, no declinaremos en nuestro intento de hacer una sociedad mejor, no postergaremos los sueños de tantas generaciones, pero fundamentalmente no abandonaremos la lucha por nuestras reivindicaciones, fortaleciendo la democracia sindical en unidad con el conjunto de los trabajadores.
A todos nuestros compañeros y compañeras les decimos
Feliz día del trabajador, la lucha continúa.