Declaración sobre Programa Escuela Abierta
En primer lugar tenemos que decir es que esto no constituye ninguna formación si no que es un burdo intento de adoctrinamiento y disciplinamiento por parte de los gobiernos, tanto el nacional como provincial, frente a los distintos reclamos de los docentes de todo el país.
24 de Junio

El Programa Escuela Abierta se inscribe en el marco del Programa Nacional de Formación Permanente, acordado en la paritaria nacional entre CTERA, UDA, AMET, CEA y SADOP junto con el gobierno. Lo primero que tenemos que decir es que esto no constituye ninguna “formación” si no que es un burdo intento de adoctrinamiento y disciplinamiento por parte de los gobiernos, tanto el nacional como provincial, frente a los distintos reclamos de los docentes de todo el país. Porque el verdadero contexto de este Programa nacional es el fracaso absoluto de una política concertada entre los distintos gobiernos frente a la educación. Esta política, caracterizada por intentar propagandizar la escuela como una “isla” donde se pueden mantener ciertos parámetros de normalidad mientras la sociedad cruza por una profunda crisis de inseguridad, pobreza y degradación de las condiciones de vida, es la que ha fracasado rotundamente, como lo demuestra la realidad cotidiana de los establecimientos.
Frente a este fracaso, el acuerdo de las burocracias sindicales con los gobiernos intentan nuevamente hacer caer el peso del mismo sobre los hombros docentes, diciendo que en realidad debemos estar atentos a “los cambios de paradigmas” en la educación y que tenemos que tener en cuenta la inclusión. Es por eso que los gobiernos y sus socios sindicales nos presentan a los “innovadores” paedagógicos, a quienes en realidad son viejos tecnócratas de la educación, responsables de la nefasta Ley Federal de Educación y que hoy se presentan como “cuestionadores” del sistema cuando en realidad lo que cuestionan son los esfuerzos del conjunto de los docentes para mantener a flote la educación estatal, pública, laica y gratuita. Así nos encontramos a Tenti Fanfani, aquel viejo promotor de la Ley Federal, hablando ahora del “maestro tecno-crítico”, una categoría que le intenta poner un nuevo moño a un antiguo caramelo rancio, aquel que nos quieren hacer tragar desde hace años, el que dice que no tenemos que enseñar el conocimiento socialmente acumulado por generaciones de la historia de la Humanidad, sino empobrecer la cultura y las vivencias de nuestros alumnos para que se acostumbren a su realidad y no intenten modificarla.

En realidad, los docentes de los diferentes niveles venimos incluyendo a los alumnos marginados por éste sistema desde hace años, por lo que no necesitamos de funcionarios gubernamentales que nos aclaren esto. Lo que si es necesario es que se explicite que tras el concepto de “escuela inclusiva” se esconde la intención de proponer una escuela vacía de contenidos, que sólo contenga y que no forme; una escuela donde los docentes debamos flexibilizar nuestro trabajo para ser funcionarios burocráticos, cumpliendo tareas de asistentes sociales, psicólogos, agentes de salud, formadores en educación vial y responsables de una enorme cantidad de programas “compensatorios”, dejando de lado la tarea vital de formar un pensamiento crítico y liberador.

La inclusión de las recientes bibliografías es toda una muestra del contenido político de estas jornadas. La exaltación del posmodernismo de Lyotard, que plantea no creer en la posibilidad de ir más allá de la realidad concreta actual y no poder modificarla sino solo aceptarla como está, es el fin último de este programa de “capacitación”. Ese posmodernismo es la ideología o la lógica cultural de un capitalismo tardío que niega el proyecto de emancipación de la modernidad, no para trascenderlo o superarlo, sino para legitimar la realidad existente y también niega la historia de las sociedades como una manera de intentar terminar con la memoria colectiva.

La resignación ante la crisis y que los docentes acepten ser administradores pasivos de la misma es lo que los ministerios y las burocracias sindicales pretenden como los objetivos propuestos por un acuerdo de cúpulas que avanza en contra de la educación pública.

Pero además de esta orientación del programa, existe la decisión política de tratar de la educación pública como apéndice de la escuela privada. Así es que se nos obliga a participar de estar jornadas junto con las instituciones privadas, que están muy lejos de soportar las condiciones de trabajo y de disponibilidad de recursos que tenemos en la educación pública. Esto no es casualidad, sino una definición política del gobierno provincial. El sistema educativo provincial, según los datos del mismo ministerio, posee 4843 establecimientos educativos que albergan 849.690 estudiantes de los cuales hay 834 establecimientos educativos de gestión privada que tienen 236.803 estudiantes. Es decir que el 17% de los establecimientos son privados pero poseen el 28 % de los estudiantes, a partir de una política educativa que le entrega a los dueños de las escuelas privadas el 38% del presupuesto educativo de la provincia. Esta política de seguir privatizando la educación en forma encubierta, se profundiza en estas jornadas al intentar que la educación laica, igualadora de oportunidades y promotora del pensamiento crítico quede nivelada con la educación confesional.

Las jornadas hasta aquí fueron una muestra de hastío, de bronca, de denuncia, como lo demuestran los propios registros de esas jornadas publicados por el ministerio. Los compañeros hablaron de soledad, de deserción mayúscula, de voluntarismo exacerbado, de falta de tiempo, de falta de encuentro, de falta de respeto con esta formación, de desgaste, de las contradicciones entre calidad e inclusión, en fin, de la hipocresía del gobierno. Pero también fueron una muestra de la voluntad de lucha y cuestionamiento de maestros y profesores que se negaron a ser utilizados una vez por parte de los ministerios de Educación como chivos expiatorios de la actual crisis educativa. Frente a esta realidad, provocada por años de destrucción sistemática y consciente del sistema de educación pública, los compañeros y compañeras reclamaron claramente en contra de la flexibilización laboral pidiendo la creación de los cargos y horas necesarias en todos los niveles y modalidades; exigieron combatir la deserción y el abandono de los alumnos a través de la reducción de cantidad de alumnos por curso (no más de 20) como una manera de poder trabajar mejor las necesidades pedagógicas que los chicos y chicas tienen; plantearon la urgente necesidad de equipos interdisciplinarios que se hagan cargo de las dramáticas situaciones de violencia en las escuelas que genera la crisis social; y se escuchó fuerte y claro el pedido de un aumento del presupuesto educativo que ponga en condiciones los edificios escolares, que genere escuelas de jornada extendida con planta escolar permanente y no con horas precarizadas, que ponga el acento no en promover “políticas compensatorias” si no en poner en solucionar la crisis del sistema en su conjunto para que esas “compensaciones” no sean la regla si no la excepción que complementen la formación de aquellos que no han podido acceder a una educación de calidad, crítica y liberadora.

Apropiémonos de las jornadas para discutir de lo que podemos hacer cuando nos encontramos
y discutimos. Y fundamentalmente, pensando en que todo lo anterior nos conduce a nuestro pliego, hagamos sentir nuestros reclamos:

- Mayor presupuesto educativo
- Reducción de la carga horaria: 30 horas cátedras con el sueldo de 44 horas
- Eliminación del impuesto a las ganancias de los salarios
- Creación de horas y cargos
- Creación de equipos interdisciplinarios
- Restitución de plenarias y jornadas gremiales periódicas
- Jubilación a los 25 años sin límite de edad

Secretarías de Media y Técnica de Amsafe Rosario

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